martes, 11 de junio de 2013
jueves, 6 de junio de 2013
A T H L E T I C
Un día alguien me preguntó, ¿qué
significa ser del Athletic? A lo que yo respondí: El Athletic es el
aitite y el nieto compartiendo bandera. El bocadillo de ama o la bufanda
tejida por la abuela. La bota del vecino y el abrazo con el
desconocido. La lluvia racheada, entrando por Ingenieros. La mujer que
de niña soñó con calzar botas y la hija que lo logró. El último domingo
compartido entre padre e hijo, sin saber que sería el último. El primer
beso íntimo, rodeados de 80.000 ojos. El escudo al atardecer, al fondo
de una calle de bares. El puro fumado por uno, pero compartido por
todos. El grito desesperado, la emoción desbordada, la lágrima suelta. Y
el placer de placeres. El éxtasis. El rugido del león. El "A por ellos"
y el "Beste bat" o el "Athleeeeetic" con bufandas al viento. Los
primeros, cortos y rotundos. El segundo, arrastrado con sentimiento. Tal
y como es la verdadera felicidad. Así es nuestro Club. De todos y de
nadie. Tan singular en filosofía, como plural en seguidores. Tan
respetado, como incomprendido. Hay equipos que hacen historia, el
Athletic hace leyenda. Y todo, porque un día indeterminado, en un
acuerdo no escrito, decidimos seguir un peculiar camino. Donde otros
veían el final nosotros veíamos principios. Elegimos ser David cuando
todos querían ser Goliat. A la utopía con la épica, pasando por Bilbao.
En eso estábamos y aún estamos. Un acuerdo que se mantiene, pese a todo,
entre millones de aficionados alejados en lo geográfico, lo político,
lo cultural o lo social. Aquel día incierto, elegimos vencer menos pero
ganar más. Y entendimos que el Athletic es una cuestión de familia. Lo
del futbol, créanme, es secundario
.

Suscribirse a:
Comentarios (Atom)